Nuestros sueños nos guían en los senderos, pero no siempre nos dan la mejor ruta o nos llevan a buen destino. Nos acorazan y mantienen en un estado que ninguna tormenta puede romper. El soñador, es una criatura frágil porque casi siempre se enfrenta a los imposibles, vive en la incongruencia. Su lucha muchas veces no es alcanzar el sueño, sino, mantenerlo. Es una lucha intemporal, que siempre se libra internamente y sus logros están más allá de la razón, se funden en el tiempo. Soñar es tener esperanza, aun en un mundo sin suficiente de esta. Esperanza, que concepto, es tan fácil que impregne nuestros sueños, que los mantenga ardiendo.
Tengo un sueño. Por cada paso intangible y fantasioso que avanzo, retrocedo varios en la razón y el tiempo; lo mantengo, lo nutro y es lo más preciado que tengo, porque es aquello que me impulsa.