10/2/11

A la Maga no había que plantearle la realidad en términos metódicos,
ya que ella sonreía sin sorpresa convencida de que un encuentro casual era lo menos casual en esta vida.
Estrellas amarillas moviéndose en una jalea de terciopelo, saltos rojo de humor y de las horas. Ingreso a un mundo, un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez, que se se moviera como una torre, que se moviera como un alfil.

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